Negro,
ahora todo es negro.
Oscuridad,
triste final.
¿Cómo alumbraré ahora,
si mi luz me abandona?
Sin linternas,
ni lámparas ni velas.
Sin calor,
ni vida ni amor.
Sólo negro,
oscuridad e infierno.
Una chispa,
que encienda la vida.
Sólo eso.
Recuerdo el sol,
la luz, el calor...
Iluminaban mi cara,
mi vida y mi cama.
Un fuego intenso,
apacible y salvaje.
Una hoguera inmensa,
ardiente y eterna.
O eso creía.
Pero se apagó,
a oscuras me dejó.
¿Y ahora?
Sólo una vacía habitación.
Oscura y siniestra.
Triste y muerta.
Sin brillo, ni calor.
Sin luces, ni color.
Negro,
ahora todo es negro.
¿Qué haremos?
Pregunté al infierno.
Pregunta a tu alma,
si todavía la conservas.
Grita al cielo,
no aquí abajo.
Vivir a oscuras,
con miedo.
Miedo a la luz,
a la oscuridad...
Miedo a vivir,
miedo a soñar.
Vuela,
más allá de esta triste habitación.
Descubre.
No sólo hay una luz.
Busca llamas,
busca en las miradas.
Busca chispas,
busca en las sonrisas.
Descubre.
No sólo hay una luz.
No todo es negro,
penetra un rayo de luz.
Armonioso y tibio.
Dulce y amigo.
Juega con él,
olvida el fuego.
El fuego quema,
un rayo de luz sólo alumbra.
Y así será.
Segura e iluminada,
con menos luz y calor.
Pero, con un rayo amigo
que me sirva de abrigo.
El fuego quema,
un rayo de luz sólo alumbra.
Y así será.