La delicada línea que acaba donde se desliza tu mano, que se inicia donde tus labios se posan y mi pelo te cierra los ojos.
Esa suave línea que duerme acompañada de tu pecho y se retuerce cuando siente tu aliento a un milímetro de la perfección.
Las mañanas son más dulces y las noches más salvajes o viceversa.
Recogemos el aroma del deseo, lo extendemos por nuestro territorio y lo sellamos con un beso.
Y, cuando te vas, esa línea se queda desnuda, desamparada y con ansias de ti.
Y yo inhalando un perfume de sudor y besos y memorando las caricias que volveremos a darnos.
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