domingo, 26 de mayo de 2013

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No sabes lo que se siente. De pronto, el mundo se te cae encima, y te hundes por su peso.
No eres más que un grano de arena en el inmenso desierto, sin embargo, todo lo que sucede a tu alrededor lo has causado tú. No es muy lógico, pero eso no importa.
Sientes que todo está vacío, que vives en un mundo ficticio y que hagas lo que hagas no irá mejor. Te sientes frustrado, no quieres vivir el momento ni saber del mañana. Ya no vives, ríes ni sueñas, solo dejas pasar el tiempo esperando una muerte, quizás no temprana, pero segura.
Nada tiene sentido, haces las cosas sin sentirlas, simplemente porque la sociedad opina que son buenas, pero no te hacen feliz. De hecho, nada te hace feliz. Caminas en un mar de lágrimas y buceas entre la fría tierra, no es muy lógico, pero, como ya dije, no importa.
Observas las almas de la gente y no consigues entenderlas, no entiendes ni siquiera la tuya, incluso dudas si estás cuerda.
No eres la misma persona, y lo sabes. Es como si de pronto tuvieras un nuevo cerebro que te hiciera diferente. Siempre lo fuiste, eso también lo sabes, pero ahora este nuevo cerebro te hace una persona triste sin ganas de vivir, sin metas ni ilusiones. No quieres vivir, pero no quieres morir. Solo deseas tener una sonrisa en la cara y un motivo, pero eso creo que es un reto que ahora no me puedo plantear.

Niña.

Niña no llores,
pues tus mares salados no harán que regrese.

Niña no sufras,
por muchas dagas que te claves no reaccionará.

Olvida tus sueños,
tu origen,
tu dulce infancia.

Nada tiene valor con la muerte,
esa muerte amarga.

Tu muerte es rutina,
te desangras cada día.

Tus fluidos salen de ti,
de tu alma.

Niña no pienses,
ya que eso no te devolverá la razón.

Aquella razón.
Esa que perdiste,
sí, por amor.

Duerme dulce niña,
agárrate a la vida,
y tus penas olvida.

No será fácil,
un latigazo te despertará.

Entonces volverás a la vida,
al llanto.

Y saldrás,
te sentirás insignificante,
y caerás en la enfermedad.

Niña, ahora eres pálida,
maquilla tus sentimientos.

Sal a la calle,
tus apariencias te engañarán.

Olvida, como si se tratara de tus sueños,
esos que tienes mientras agarras a la vida.

Son las doce, niñita.
Hasta mañana.