domingo, 26 de mayo de 2013

Niña.

Niña no llores,
pues tus mares salados no harán que regrese.

Niña no sufras,
por muchas dagas que te claves no reaccionará.

Olvida tus sueños,
tu origen,
tu dulce infancia.

Nada tiene valor con la muerte,
esa muerte amarga.

Tu muerte es rutina,
te desangras cada día.

Tus fluidos salen de ti,
de tu alma.

Niña no pienses,
ya que eso no te devolverá la razón.

Aquella razón.
Esa que perdiste,
sí, por amor.

Duerme dulce niña,
agárrate a la vida,
y tus penas olvida.

No será fácil,
un latigazo te despertará.

Entonces volverás a la vida,
al llanto.

Y saldrás,
te sentirás insignificante,
y caerás en la enfermedad.

Niña, ahora eres pálida,
maquilla tus sentimientos.

Sal a la calle,
tus apariencias te engañarán.

Olvida, como si se tratara de tus sueños,
esos que tienes mientras agarras a la vida.

Son las doce, niñita.
Hasta mañana.

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