jueves, 3 de octubre de 2013

De la mañana a la noche.

Eras mío.
De la mañana a la noche,
entre caricias y roces.

Eras mi dueño,
mi alma,
mi calma.

Mío eras y tuya fui.

Mi amor,
mi vida,
mi luz.

Pero dejaste de ser mío.
De la mañana a la noche,
sin caricias ni roces.

Te perdiste.
Te perdí.
Nos perdimos.

Mas te busqué.
De la mañana a la noche,
pidiendo caricias y roces.

Mas me atacaste con dureza.
Me apuñalaste,
del mismo modo que me amaste.

Con dureza,
orgullo varonil
y grandeza.

Inconsciente te llamé.
Agonizaba con tu nombre
desgarrando mi garganta.

Te amé hasta la última gota,
hasta quedarme seca.
Sin mi amada respuesta.

Y sufrí.
Durante meses,
durante siglos.

No morí,
sólo quedé maltrecha.
Sangrando toda la vida.

Y cuando mi mente no podía saber,
cuando no podía amarte,
cuando no tenía fuerzas...

Volviste a mí.
Sin memoria,
sin historia.

Dejé todo.
Volví sin motivo
a mi tiempo perdido.

Y sin tiempo te tengo.
No estás a mi lado,
no siento tus brazos.

Pero vuelves a ser mío,
de la mañana a la noche.
Mas sin tiempo y sin voces.