El tiempo juega con ases.
Has pasado a ser una idea, un concepto en mi mente.
Ya no pienso en ti con cuerpo y alma, sino como algo intangible.
Un nombre que me hace daño y que evoca recuerdos sin cara.
Un nombre que traumatiza y da dolor de cabeza.
El mismo nombre que produce amor y repudio.
Comento lo malo para olvidar lo bueno.
No quiero saber qué hiciste bien, pues no hay vuelta atrás.
Diez años contigo, algunos sueltos sin ti, dos contigo, uno a medias y meses vacíos.
¿Y qué nos queda? Un último recuerdo espantoso. Una marca, un dame y un adiós.
No supimos despedirnos en más de un año a pesar de distancia, tiempo y acciones y, de pronto, ocurre.
Yo ni con mil te olvido y tú en un acto que ni te agrada cierras el telón.
Esta obra no tiene sentido, nunca lo tuvo.
Y es que somos diferentes, pero y cuánto nos amamos...
¿Y dónde estás ahora? Pensando que nunca te quise con todo lo que te di.
Y finalmente te fuiste sin adiós, cerraste la puerta de una portazo y no te vi más
y mi corazón se encogió un poquito más y mis ojos ya no lloraron.
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