He vuelto a recaer, quizás.
La vida vuelve a ser lo mismo.
Mi cuerpo y mi mente me odian.
Se han unido para matarme.
No soy dueña de mis actos.
No controlo mis pensamientos.
Aniquilaría a mis rivales,
pero acabaría conmigo misma.
Me entregaría a los malos vicios,
desvaneciéndome poco a poco.
Pero no soy capaz,
aún me importo algo.
Bebería sin parar,
hasta quedarme inconsciente.
Pero no soy una alcohólica,
soy una bohemia.
Parecería una drogadicta
infectada de veneno.
Pero el drogarse es un acto de rebeldía contra el propio cuerpo.
No quiero rebelarme contra él,
solo que me entienda.
Aunque le grito,
no me escucha.
Aunque lo maltratara,
no mejoraría su actitud.
La mente lo tiene engatusado,
y esta no me quiere obedecer.
Son cómplices de mi desfallecimiento,
de mi subida y mi caída,
de mi estado,
de mi día a día,
Mi cuerpo y mi mente me odian,
y eso me tiene aterrada.
No poder salir de mí
ni poder permanecer siendo yo.
Resulta tétrico convivir así.
Mi cuerpo y mi mente me odian.
Se han unido para matarme.
Y yo no puedo luchar por mi vida contra mi vida.
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