Cuando la vida se convierte en un constante: quiero dormir, y tenemos tareas.
Cuando la vida se convierte en un constante: quiero reír, y debemos mantenernos serios.
Cuando la vida se convierte en un constante: quiero salir, y andamos encerrados entre papeles.
Cuando la vida se convierte en un constante: quiero viajar, y no tenemos dinero.
Cuando la vida se convierte en un constante: ¿qué sentido tiene esta vida?
Entonces todo se ve aún más negro y la vida se convierte en un constante miedo a vivir y morir.
Cuando la vida se convierte en un constante: miedo a vivir y morir, creemos que no queda nada.
Pero ahí es cuando la vida puede convertirse en un constante recuerdo de aquellos momentos felices que tuvimos, y ahí es cuando podemos crear otros pequeños recuerdos poco a poco.
Cuando la vida se convierte en un constante: recuerdo y un optimismo por cumplir minúsculos deseos, somos más felices.
Cuando la vida se convierte en una constante: felicidad, olvidamos lo negativo, nos sentimos llenos.
Cuando la vida se convierte en una constante: plenitud, nos va mejor.
Y cuando la vida se convierte en una constante: mejora, la vida deja de ser una constante.
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